Sobre Puerto Rico, la música y La Tarima

Este verano tuve la dicha de tomar cursos de relaciones internacionales en París, una  de las ciudades más bellas que he visto. Las avenidas, tan anchas y espaciosas, eran  incomparables a las de Puerto Rico. No lograba recordar con facilidad algún parque público puertorriqueño que tuviera la misma magnitud o tuviera el mismo nivel de flora que los Jardines de Luxemburgo. Una estampa europea que tiene maravillas modernas, así como  antiguas, París me capturó, no cabe duda. Sin embargo, el mes que estuve en esa ciudad sentí un anhelo por Puerto Rico. Aunque al principio lo atribuía a la añoranza por mi isla (la  cual es esperada al estar en un ambiente que, aunque sea bello, sigue siendo desconocido),  regresé a Puerto Rico y me di cuenta que no era simplemente eso. 

Regresé a Puerto Rico y me di cuenta que esa añoranza era el amor por la tierra. Regresar  y estar en mi hogar era como una reconfirmación de estar donde uno tiene que estar. Se sentía  bien, y no en una manera de sobredependencia en la cual simplemente no podría sobrevivir estando en otro país que no fuera el mío. Aún me encantan las otras culturas, los otros países  y lo que estos pueden brindar a una comunidad internacional; pero yo me conecto más  profundamente con lo que tiene que ofrecer Puerto Rico. Estar un mes en París y ese anhelo que me acompañó como una sombra durante mi estancia allá fue como una abstinencia, la  cual me fue útil para darme cuenta de cuánto me enamora esta isla. 

Puerto Rico tiene unas playas preciosas, cosa que París puede envidiar. Y ni hablar de  los puertorriqueños en sí, que te sonríen y dicen “buenos días” sin que tú tengas que  conocerlos (cosa que los parisinos pueden envidiar también). Aunque viene con sus  turbulencias—los huracanes, los terremotos, la corrupción y los problemas socio-económicos  en los cuales este artículo no se va a enfocar—, la isla y la resistencia de los puertorriqueños son impresionantes. Sin embargo, lo que más amo de Puerto Rico es su música. 

Por años el puertorriqueño ha usado la música para expresarse a sí mismo. Bien es  cierto que en todas las culturas la música es usada de la misma manera, pero hay algo  especial (o eso siento yo) de la puertorriqueña. De esta isla han salido grandes músicos con  alcance internacional, como Ricky Martin, Marc Anthony y Bad Bunny. Pero en la actualidad, se está transformando la escena musical en Puerto Rico con una variedad de nuevos artistas saliendo a la luz y ofreciendo un sonido refrescante. 

En el verano, específicamente, me dediqué a darle más atención a esos artistas que,  aunque aún no alcancen el cuarto de millón de seguidores en Instagram, se veía que tenían  buena música que ofrecer. Noté que el género urbano de Puerto Rico se dirigía hacia un lugar  súper refrescante, con perspectivas a las que no estamos acostumbrados escuchar en la  corriente popular. Un día de agosto, en el carro con una amiga y su madre, hice ese  comentario. La madre me dijo que debería empezar una cuenta en alguna red social para  compartir esas opiniones sobre la escena musical puertorriqueña. Días después, abrí la cuenta  @latarima.pr en Instagram. 

Entrando el mes de diciembre, reflexiono sobre lo que he logrado: entrevistar a una  variedad de personas en la industria musical de Puerto Rico (estas siendo TodosAnimales, A1  NWG, LVice, Ksan y Kairos, Kingzy, James Flavor y LAPERRERA), reseñar eventos como Dream Forest, Coca-Cola Music Fest, El Grito de Arte 2 y Trap Fest… y lo que hay por venir.  

En Trap Fest tuve la oportunidad de ir backstage y conocer a muchas personas  importantes en la industria, ya sean artistas o partes de sus equipos. Estando sumergida ahí,  me di cuenta que eso es lo que quería hacer con mi vida: buscar historias y poder compartirlas y destacarlas con un público más grande. 

Para aquellos que quieren saber sobre la escena musical de Puerto Rico, que quieran  conocer artistas locales o leer sobre eventos musicales de la isla, ¡sigan @latarima.pr en Instagram!